Million dollar baby, el eterno Eastwood

Hay películas que trascienden, que van más allá de lo humano, otras que nos muestran las maravillas que hacen los ordenadores, que nos cuentan que el sueño americano siempre se cumple. Hay héroes que nunca sangran como James Bond, otros que sí sangran pero que parecen inmortales como John Rambo…y hay otros, que son los anti-héroes, como Frank Dunn, el dueño del pequeño gimnasio donde se inicia la trama de esta enorme película a la que podemos catalogar como obra maestra con todas las letras.

Million Dollar Baby es mucho más que una película de boxeo, es una película sobre lo dura que es la vida, sobre eternos perdedores, sobre gente a la que le cuesta salir adelante. Clint nos presenta a Frankie Dunn (interpretado por sí mismo) como a un veterano entrenador de boxeadores, alguien tradicional, que acude a misa, que lee a Yeats y que habla continuamente con el ex-boxeador Scrap (excepcional Morgan Freeman) que se dedica al cuidado y la limpieza de su gimnasio. La película nos muestra rápidamente el complicado carácter de nuestro protagonista y como la vida le ha dado la espalda con una hija a la que escribe semanalmente y de la que nunca obtiene respuesta. Después el director nos muestra la figura de Maggie, interpretada magistralmente por Hillary Swank, como una camarera treintañera, frustrada con la vida, peleada con sus padres y que quiere ser una gran boxeadora.

Junto a ellos dos y a Scrap (Morgan Freeman) el gran protagonista de la historia es el gimnasio Hit Pit, un escenario que cobra casi tanta importancia como los propios personajes. El Hit pit es una especie de purgatorio redentor al que acuden «nuestros perdedores» para olvidar la vida que tienen fuera de él. Por primera vez en una obra de Clint el espacio llega a la misma importancia que los propios protagonistas.

La trama de la película mezcla clasicismo con modernidad. El boxeo es la excusa perfecta que nos muestra el director para hablarnos de su filosofía, la filosofia de un hombre que no termina de atreverse a hacer ciertas cosas por su eterno miedo a perder. Gracias a la labor interna de Scrap Frankie acepta el contrato con Maggie, a la que poco a poco el entrenador va llegando a querer, nunca sabemos de que forma; podemos pensar que «la trata como la hija que nunca ha tenido» o como algo más que le sirve para completar su vida. Eso nunca lo llegamos a descubrir. Lo que si sabemos es que la película, fantásticamente fotografiada por Stern, nos deja una colección de imagenes y gestos para el recuerdo en el rostro del mejor Eastwood actor que nunca hayamos visto en el cine.

«Para ganar en el boxeo, hay que moverse hacia atrás. Pero si retrocedes demasiado, al final ya no estás luchando». Con esta frase sobre boxeo se nos resume la idea de la película, su filosofía. Eastwood nos guía desde el principio hacia un final de los suyos, un final duro, inesperado y totalmente convincente. La película no nos aleja de la realidad, nos la hace palpable, nos identifica con dos personajes evocados a un triste final desde el minuto uno. En el final de esta obra de arte Scrap nos cuenta como ambos personajes abandonados a su suerte, de diferentes formas, salen de esta historia y cuyo final siempre quedará en el olvido. Pero ambos, obtienen esa redención que andan toda la cinta buscando.

Vean la película, no hay discusión posible, es una obra maestra del cine, una película distinta, especial, donde Eastwood termina de dejar atrás a Harry el sucio, a ese tipo duro que siempre fue para seguir mostrandonos como ya hizo con Mystic river la cruda realidad, lo que es la vida real. Genio.